lunes, 11 de mayo de 2015

Clase 7: viernes 10/05/2024



Respuestas del 1er examen parcial




Viernes 10/05/2024

"Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía"

Mariano Moreno.


Virreyes del Río de la Plata
Virrey
Expedición del título
Toma de posesión del cargo
Pedro de Cevallos
1776 – 1º de agosto
1777 - 15 de octubre
Juan José de Vértiz y Salcedo
1777 – 27 de octubre
1778 – 26 de junio
Cristóbal del Campo, marqués de Loreto
1783 – 13 de agosto
1784 – 7 de marzo
Nicolás de Arredondo
1789 – 21 de marzo
1789 – 4 de diciembre
Pedro Melo de Portugal y Villena
1794 – 5 de febrero
1795 – 16 de marzo
Antonio Olaguer Feliú
1797 – 2 de mayo
Gabriel de Avilés y del Fierro
1797 – 25 de octubre
1799 – 14 de marzo
Joaquín del Pino
1800 – 14 de julio
1801 – 20 de mayo
Rafael de Sobremonte
1804 – 10 de noviembre
1804 – 24 de abri (*1)
Santiago de Liniers
1807 – 24 de diciembre
1807 – junio
Baltasar Hidalgo de Cisneros
1809 – 11 de febrero
1809 – 15 de julio (*2)
Javier de Elío
1810 – 31 de agosto
1811 – 19 de enero (*3)
Historia del puerto de Buenos Aires, Rafael E. Longo, Interjuntas, 1995
(*1) Tras el Cabildo abierto del 14 de agosto de 1806, después de la invasión inglesa de ese año, Sobremonte pasó a la Banda Oriental y delegó en Liniers el mando de las armas de Buenos Aires y en el Regente de la Audiencia el despacho diario y urgente de los demás ramos de gobierno.  El 10 de febrero de 1807, una Junta de Guerra depuso a Sobremonte y dispuso que Liniers quedara como jefe de todas las fuerzas y el 19 de febrero la Audiencia asumió el gobierno provisorio del virreinato.
(*2) El 13 de mayo de 1810 llegaron al Río de la Plata las noticias de que la península había sido ocupada por los franceses. El 22 de mayo de 1810 se reunió un Cabildo abierto en Buenos Aires y el 25 se dieron por concluidas las funciones del virrey Cisneros.
(*3) Pese a la resolución del Cabildo abierto del 25 de mayo de dar por concluidas las funciones del virrey Cisneros, el Consejo de Regencia de Cádiz nombró virrey del Río de la Plata a Javier de Elío, quien llegó a Montevideo a principios de 1811, declaró a esa ciudad capital del virreinato y a Buenos Aires, ciudad rebelde, y bloqueó su puerto.




La Revolución de Mayo de 1810
                                Revolución de Mayo, de Norberto Galasso.
                                La revolución de Mayo y Mariano Moreno, Norberto Galasso.

  • Tesis Liberal (Bartolomé Mitre): La revolución de mayo, fue una revolución separatista, independentista, anti hispánica, dirigida a vincularnos con el mercado mundial, probritánica y protagonizada por gente decente del vecindario porteño.
  • Tesis Nacionalista (Hugo Wast): La revolución de Mayo, fue exclusivamente militar y realizada por señores. Nada tiene que ver con la revolución francesa.
  • Tesis Revisionismo Histórico (Norberto Galasso): La revolución de Mayo está relacionada con la revolución española: "La revolución en América fue un momento de la revolución española" (Juan Bautista Alberdi). Las revoluciones que estallan en América en 1810, tienen un carácter democrático, popular y no separatista. América no se emancipó de España, se emancipó del estancamiento y de las ideas retrógradas que impedían el libre desarrollo de su vitalidad.


La Semana de Mayo de 1810
Autor: Felipe Pigna.

El 14 de mayo de 1810 había llegado a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe trayendo periódicos que confirman los rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires: cayó en manos de los franceses de Napoleón, la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español.

Viernes 18 
El viernes 18 el virrey Cisneros hizo publicar lee por los pregoneros (porque la mayoría de la población no sabía leer ni escribir) una proclama que comenzaba diciendo: "A los leales y generosos pueblos del virreinato de Buenos Aires." El virrey advertía que "en el desgraciado caso de una total pérdida de la península, y falta del Supremo Gobierno" él asumiría el poder acompañado por otras autoridades de la Capital y todo el virreinato y se pondría de acuerdo con los otros virreyes de América para crear una Regencia Americana en representación de Fernando. Cisneros aclaraba que no quería el mando sino la gloria de luchar en defensa del monarca contra toda dominación extraña y, finalmente prevenía al pueblo sobre "los genios inquietantes y malignos que procuran crear divisiones". A medida que los porteños se fueron enterando de la gravedad de la situación, fueron subiendo de tono las charlas políticas en los cafés y en los cuarteles. Todo el mundo hablaba de política y hacía conjeturas sobre el futuro del virreinato. 
La situación de Cisneros era muy complicada. La Junta que lo había nombrado virrey había desaparecido y la legitimidad de su mandato quedaba claramente cuestionada. Esto aceleró las condiciones favorables para la acción de los patriotas que se venían reuniendo desde hacía tiempo en forma secreta en la en la jabonería de Vieytes. La misma noche del 18 los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación en que quedaba el virreinato después de los hechos de España. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros.

Sábado 19
 Las reuniones continuaron hasta la madrugada del Sábado 19 y sin dormir, por la mañana, Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano le pidieron al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva. 

Domingo 20
 El domingo 20 el virrey Cisneros reunió a los jefes militares y les pidió su apoyo ante una posible rebelión, pero todos se rehusaron a brindárselo. Por la noche Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de cabildo abierto. El virrey dijo que era una insolencia y un atrevimiento y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó "Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran" y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo. En el "Café de los Catalanes y en "La Fonda de las Naciones", los criollos discutían sobre las mejores estrategias para pasar a la acción 

Lunes 21 
A las nueve de la mañana se reunió el Cabildo como todos los días para tratar los temas de la ciudad. Pero a los pocos minutos los cabildantes tuvieron que interrumpir sus labores. La Plaza de la Victoria estaba ocupada por unos 600 hombres armados de pistolas y puñales que llevaban en sus sombreros el retrato de Fernando VII y en sus solapas una cinta blanca, símbolo de la unidad criollo-española desde la defensa de Buenos Aires. Este grupo de revolucionarios, encabezados por Domingo French y Antonio Luis Beruti, se agrupaban bajo el nombre de la "Legión Infernal" y pedía a los gritos que se concrete la convocatoria al Cabildo Abierto. Los cabildantes acceden al pedido de la multitud. El síndico Leiva sale al balcón y anuncia formalmente el ansiado Cabildo Abierto para el día siguiente. Pero los "infernales" no se calman, piden a gritos que el virrey sea suspendido. Debe intervenir el Jefe del regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra quien logra calmarlos garantizándoles el apoyo militar a sus reclamos.

Martes 22 
Ya desde temprano fueron llegando los "cabildantes". De los 450 invitados sólo concurrieron 251. También estaba presente una "barra" entusiasta. En la plaza French, Beruti y los infernales esperan las novedades. La cosa se fue calentando hasta que empezaron los discursos, que durarán unas cuatro horas, sobre si el virrey debía seguir en su cargo o no. Comenzó hablando el Obispo Lué diciendo que mientras hubiera un español en América, los americanos le deberían obediencia. Le salió al cruce Juan José Castelli contestándole que habiendo caducado el poder real, la soberanía debía volver al pueblo que podía formar juntas de gobierno tanto en España como en América. El Fiscal de la Audiencia, Manuel Villota señaló que para poder tomar cualquier determinación había que consultar al resto del virreinato. Villota trataba de ganar tiempo, confiando en que el interior sería favorable a la permanencia del virrey. Juan José Paso le dijo que no había tiempo que perder y que había que formar inmediatamente una junta de gobierno. 
Casi todos aprobaban la destitución del virrey pero no se ponían de acuerdo en quien debía asumir el poder y por qué medios. Castelli propuso que fuera el pueblo a través del voto el que eligiese una junta de gobierno; mientras que el jefe de los Patricios, Cornelio Saavedra, era partidario de que el nuevo gobierno fuera organizado directamente por el Cabildo. El problema radicaba en que los miembros del Cabildo, muchos de ellos españoles, seguían apoyando al virrey.
"Modales"

El debate del 22 fue muy acalorado y despertó las pasiones de ambos bandos. El coronel Francisco Orduña, partidario del virrey, contará horrorizado que mientras hablaba fue tratado de loco por no participar de las ideas revolucionarias "... mientras que a los que no votaban contra el jefe (Cisneros), se les escupía, se les mofaba, se les insultaba y se les chiflaba."

Miércoles 23
 Por la mañana se reunió el Cabildo para contar los votos emitidos el día anterior y emite un documento: "hecha la regulación con el más prolijo examen resulta de ella que el Excelentísimo. Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excelentísimo. Cabildo (...) hasta la erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente. El síndico Leiva, adicto al virrey prepara una maniobra: nombrar una Junta presidida por Cisneros.

Jueves 24 
Se confirmaron las versiones: el Cabildo designó efectivamente una junta de gobierno presidida por el virrey e integrada por cuatro vocales: los españoles Juan Nepomuceno Solá y José de los Santos Inchaurregui y los criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra, burlando absolutamente la voluntad popular. Esto provocó la reacción de las milicias y el pueblo. Castelli y Saavedra renunciaron a integrar esta junta Muchos como el coronel Manuel Belgrano fueron perdiendo la paciencia. Cuenta Tomás Guido en sus memorias "En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: "Juro a la patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas." 
Por la noche una delegación encabezada por Castelli y Saavedra se presentó en la casa de Cisneros con cara de pocos amigos y logró su renuncia. La junta quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente.
 Así recuerda Cisneros sus últimas horas en el poder: 
"En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta del Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte del pueblo no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las armas, que pedía mi absoluta separación y que todavía permanecía en el peligro de conmoción, como que en el cuartel de Patricios gritaban descaradamente algunos oficiales y paisanos, y esto era lo que llamaban pueblo, (..). Yo no consentí que el gobierno de las armas se entregase como se solicitaba al teniente coronel de Milicias Urbanas Don Cornelio de Saavedra, arrebatándose de las manos de un general que en todo tiempo las habría conservado y defendido con honor y quien V.M las había confiado como a su virrey y capitán general de estas provincias, y antes de condescender con semejante pretensión, convine con todos los vocales en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno."

El 25 de mayo de 1810
 Todo parece indicar que el 25 de mayo de 1810 amaneció lluvioso y frío. Pero la "sensación térmica" de la gente era otra . Grupos de vecinos y milicianos encabezados por Domingo French y Antonio Beruti se fueron juntando frente al cabildo a la espera de definiciones.   Algunos llevaban en sus pechos cintitas azules y blancas, que eran los colores que los patricios habían usado durante las invasiones inglesas. 
Pasaban las horas, hacía frío, llovía y continuaban las discusiones. El cabildo había convocado a los jefes militares y estos le hicieron saber al cuerpo a través de Saavedra que no podían mantener en el poder a la Junta del 24 porque corrían riesgos personales porque sus tropas no les responderían. La mayoría de la gente se fue yendo a sus casas y el síndico del Cabildo salió al balcón y preguntó "¿Dónde está el pueblo?". En esos momentos Antonio Luis Beruti irrumpió en la sala capitular seguido de algunos infernales y dijo "Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces, Si hasta   ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada." Poco después se anunció finalmente que se había formado una nueva junta de gobierno .El presidente era Cornelio Saavedra; los doctores Mariano Moreno y Juan José Paso, eran sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu. Comenzaba una nueva etapa de nuestra historia. 
La Junta declaró que gobernaba en nombre de Fernando VII. Así lo recuerda Saavedra en sus memorias "Con las más repetidas instancias, solicité al tiempo del recibimiento se me excuse de aquel nuevo empleo, no sólo por falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino también porque habiendo dado tan públicamente la cara en la revolución de aquellos días no quería se creyese había tenido particular interés en adquirir empleos y honores por aquel medio. Por política fue preciso cubrir a la junta con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos." 
Para algunos era sólo una estrategia a la que llamaron la "máscara de Fernando", es decir, decían que gobernaban en nombre de Fernando pero en realidad querían declarar la independencia. Pensaban que todavía no había llegado el momento y no se sentían con la fuerza suficiente para dar ese paso tan importante. La máscara de Fernando se mantendrá hasta el 9 de julio de 1816.

Pero los españoles no se creyeron lo de la máscara o el manto de Fernando y se resistieron a aceptar la nueva situación. 
En Buenos Aires el ex virrey Cisneros y los miembros de la Audiencia trataron de huir a Montevideo y unirse a Elío (que no acataba la autoridad de Buenos Aires y logrará ser nombrado virrey), pero fueron arrestados y enviados a España en un buque inglés. 



"Si ves al futuro dile que no venga".
Juan José Castelli.

"Hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego"
Cornelio de Saavedra.




Mariano Moreno y su actividad como secretario de la Primera Junta


Mariano Moreno nació en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1778. Tenía 21 años cuando llegó a Chuquisaca, donde estudiaría Teología y Derecho. Allí conoció al canónigo Terrazas, quien pronto le dio cobijo intelectual y acceso a su biblioteca, que, lejos de ser un cerrado centro de la cultura católica, era un amplio universo de ideas en donde Moreno pudo tomar contacto con las ideas de la igualdad de derechos para los criollos e indios y aprendió a repudiar las crueldades de la esclavitud.

Entrada la década de 1800, ya recibido de abogado, casado con María Guadalupe Cuenca y con un hijo, regresó a Buenos Aires. Hacia 1810, con 31 años, Moreno era ya un hombre de la revolución. Había logrado ser reconocido a partir de la redacción de un extenso alegato en defensa del fomento a la agricultura y a las manufacturas, que lo oponían a la burocracia española. Quizás algo de imprevisto lo tomó el hecho de ser nombrado como secretario de la Primera Junta de Gobierno, en mayo de 1810. El 25 de ese mes asumió la Secretaría de Guerra y Gobierno de la Primera Junta.

Unas de sus más destacadas acciones estuvieron relacionadas con el fomento a la difusión de las ideas de la Ilustración. Participó activamente de la creación de la biblioteca pública, del desarrollo educativo y fundó, el 7 de junio, el órgano oficial del gobierno revolucionario: la Gazeta de Buenos Aires. Entre sus escritos, figuraba la traducción de El Contrato Social, de su admirado Rousseau, pero también un plan de operaciones destinado a unificar los propósitos y estrategias de la revolución.

Moreno encarnaba el ideario de los sectores que propiciaban algo más que un cambio administrativo y, por ello mismo, se ganó la enemistad de muchos. El deán Funes y el mismísimo Saavedra, entre otros, entrevieron el peligro que encarnaba para sus proyectos conservadores. Pronto forzaron su renuncia a los cargos que ocupaba en Buenos Aires y lo enviaron como representante del gobierno a Londres, rumbo al que partió el 24 de enero de 1811. Poco tiempo después, el 4 de marzo, encontraba en alta mar su misteriosa muerte. Dos años después, el médico Juan Madera aseguraba haber oído al padre Azcurra dar gracias a Dios por la separación de Moreno, advirtiendo: “Ya está embarcado y va a morir”.

Para recordarlo, reproducimos un fragmento de la Historia de la República Argentina, de Vicente Fidel López, sobre la febril actividad de Moreno como secretario de la Primera Junta de gobierno, sus preocupaciones por una corriente “que tendía a militarizar el país” y sus esfuerzos por fomentar la instrucción pública, la higiene, el comercio.
Como señala López, el numen de la revolución se ocupó de un sinnúmero de mejoras y progresos. “Todo lo penetraba y todo lo mandaba hacer, con una eficacia y con una rapidez difícil de comprender”, sostiene el historiador. Sus preocupaciones iban desde la creación de la biblioteca pública hasta el nivelado y la reparación de las calles; desde la difusión de vacunas o la organización de rondas de policías hasta la lucha contra la constitución de grandes propiedades “que –según entendía Moreno- quitan a los pobladores la esperanza de ser algún día propietarios”.
Fuente: Vicente Fidel López, Historia de la República Argentina, Su origen, su revolución y su desarrollo político hasta 1853, Tomo III, Buenos Aires, Librería La Facultad, 1911, pág. 189-197.

El doctor Moreno, cuya actividad mental era prodigiosa en el despacho de cada día, en la redacción de los documentos oficiales, en la expedición de las medidas que exigía la guerra, en los cuidados y necesidades de cada punto del virreinato, en lo de cerca y en lo de lejos, no se dejó absorber todo entero por los intereses de la lucha tremenda en que estaba comprometido, y se dio tiempo todavía para ocuparse de un sinnúmero de mejoras y de progresos pertenecientes a la instrucción pública, a la higiene, al comercio, a la política orgánica, a los abastos y a las mejoras materiales del municipio. Todo lo penetraba y todo lo mandaba hacer, con una eficacia y con una rapidez difícil de comprender en otra cabeza que en la de aquel hombre ardiente como el fuego y vivaz como la luz.
Desde el primer momento comprendió que para el nuevo gobierno era de suma importancia que el pueblo estuviese bien advertido de lo que debían ser, según las leyes, las relaciones de la Iglesia con el Estado. Católico exagerado que llevaba su devoción hasta pasar semanas enteras en ejercicios espirituales, dándose disciplinas y fuertes latigazos, se dio cuenta sin embargo de que la Iglesia Romana iba a pronunciarse contra   la Revolución de Mayo, y procuró prepararse con tiempo a salvar esas dificultades con un gobierno espiritual y propio que hiciese el servicio provisorio de la Iglesia con estricto acuerdo a los principios y a las leyes del Patronato.
(…)
La idea de constituir una Instrucción Cívica Oficial que iniciara a los niños de las escuelas y a los jóvenes en los principios fundamentales del gobierno libre, fue también uno de los empeños del doctor Moreno; e hizo que se escribiera un texto al que se le dio la forma requerida por las circunstancias bajo el título de Catecismo Militar…
(…)
Pero al mismo tiempo que el doctor Moreno comprendía la necesidad de consolidar el triunfo de la revolución por las armas, trataba de reaccionar contra la peligrosa corriente que tendía a militarizar el país, y buscaba fuerzas en la educación para corregir los vicios de esa tendencia y darle espíritu social. Así, al ordenar la creación de la Biblioteca Pública, lo hacía con palabras y conceptos de un alto alcance: “Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas; y las Musas, ahuyentadas con el horror de los combates y con el ruido de las armas, huyen de donde no hay tranquilidad, porque insensibles los hombres a   todo lo que no sea desolación y estrépito, descuidan aquellos establecimientos que en tiempos felices se fundan para cultivo de las ciencias y de las artes. Si el magistrado no empeña su poder y su celo en precaver el funesto término a que progresivamente conduce tan funesto estado, a la cultura de las costumbres sucede la ferocidad de un pueblo bárbaro, y la rusticidad de los hijos deshonra la memoria de las grandes acciones de sus padres. Buenos Aires se halla amenazado de esta terrible suerte; cuatro años de glorias han minado sordamente la ilustración y las virtudes que las produjeron”.
Con este motivo se lamentaba el doctor Moreno de la clausura del Colegio de San Carlos y de la decadencia de los estudios públicos, y aseguraba que el gobierno se ocupaba seriamente de restablecerlos de acuerdo con los progresos y con la filosofía de la época. En prosecución de los mismos fines comenzaba esta obra de reparación vital para la educación del espíritu público, por el establecimiento de una Biblioteca digna de la capital; porque “en todos los tiempos las bibliotecas públicas fueron miradas como uno de los testimonios de la ilustración de los pueblos, y como el medio más eficaz de su conservación y fomento... Las naciones verdaderamente grandes se propusieron y lograron fines muy diferentes de la simple vanidad con sus bibliotecas públicas. Las treinta y siete que contaba Roma en los tiempos de mayor ilustración eran la verdadera escuela de los conocimientos que tanto distinguieron a aquella nación célebre; y las que son hoy día comunes en Europa son miradas como el mejor apoyo de las luces de nuestro siglo. Por fortuna tenemos libros bastantes para dar principio a una obra que crecerá en proporción del sucesivo engrandecimiento de este pueblo”.
Y en efecto: esa Biblioteca de Buenos Aires, fundada en 1810 por el doctor don Mariano Moreno, y puesta por él bajo la dirección del canónigo doctor Segurola y del franciscano señor Cayetano Rodríguez, en quienes concurrían la erudición y un amor acendrado a las letras, fue luego un monumento en manos de nuestro eminente bibliófilo don Manuel Ricardo Trelles.
Bien apercibido de cuanto tenían de vago y de pueril las teorías metafísicas y teologales de la instrucción de su tiempo, había comprendido toda la importancia que debía darse a las ciencias físicas y matemáticas que son la llave de la industria y el verdadero instrumento de la riqueza de los pueblos. Y si bien se lamentaba en la Gaceta “de que la Junta se viera reducida a la triste necesidad de crearlo todo en medio de las graves atenciones que la agobiaban, sin dejarle tiempo para las grandes mejoras del espíritu y de la educación social”, lo encontraba sin embargo para presidir con Belgrano la creación y el establecimiento de una preciosa escuela de matemáticas en una espléndida función y con solemne ceremonial.
Si se ocupaba de las ciencias no descuidaba ni por un momento los intereses del comercio y las mejoras materiales. Disminuía los derechos de la exportación de los productos rurales “con el fin de hacerlos entrar más fácilmente al comercio exterior en retorno de las introducciones extranjeras”. Se ocupaba de hacer inútil el contrabando con las franquicias que debían equilibrar justamente los beneficios del comercio. Reglamentaba el resguardo y el despacho marítimo de las consignaciones y de los manifiestos. En vista de las necesidades del comercio y de las contingencias de un bloqueo con que ya amenazaban los marinos de Montevideo, ponía su ojo previsor sobre el puerto y los terrenos de la Ensenada y decía: “El fomento de esa población, que la Junta ha resuelto sostener a toda costa, excitará la codicia de algunas personas poderosas, que en semejantes ocasiones adquieren terrenos dilatados por interés de la reventa, o para establecer grandes posesiones, que quitan a los pobladores la esperanza de ser algún día propietarios”; y limitaba las áreas que podía poseer cada propietario en favor de los pretendientes a comprar terrenos allí, obligándoles a todos a edificar 1.
De lo alto de sus concepciones y medidas bajaba a lo cómodo, a lo útil y a las vitales necesidades de la higiene.
Constituía un establecimiento permanente para la propagación de la vacuna encargándole este benéfico trabajo al doctor don Francisco de Paula Ribero. (…)
Organizaba las rondas de policía para asegurar la propiedad y la quietud del vecindario.
Mandaba reparar y nivelar las veredas y las calles de la ciudad.
Facilitaba con medidas liberales los abastos del vecindario.
Reglamentaba la matanza y las volteadas de los ganados vacunos para que se conservasen las crías, y para que no quedasen impunes los robos de haciendas.
Democratizaba los empleos y los grados militares en busca de las aptitudes que pudieran brotar del seno del pueblo. Y al mismo tiempo publicaba en la Gaceta artículos substanciales sobre la libertad de imprenta y sobre los principios de la política orgánica que debía discutir y sancionar el Congreso, con una elevación de miras y con una seguridad de estilo que los hace preciosos todavía y dignos de ser estudiados con seria detención por las generaciones presentes.
¡Y toda esta variada y múltiple labor se realizaba en medio de las atenciones absorbentes y de los terribles cuidados de la guerra emprendida contra las fuerzas de los mandatarios de España, que eran dueños todavía de la mayor parte del virreinato!
Dos grandes defectos hacían desgraciado, sin embargo, el temperamento de este grande hombre. Intachable como padre de familia y como amigo, dotado de una honorabilidad espartana, modelo de administrador y de pureza, don Mariano Moreno habría sido completo sin esos defectos. Pero, por desgracia suya, había nacido con una fantasía tan viva cuanto asustadiza y cobarde. Estaba sujeto a insomnios terribles, en medio de los que veía el tumulto de sus enemigos asediándolo con puñales unas veces, y otras encarcelándolo para arrastrarlo a la horca. Tenía una naturaleza nerviosa, con entusiasmos fantásticos que no se apartaban de su vista sino en el fuego de la acción. Pero en los momentos en que la acción decaía, su espíritu no encontraba la quietud del reposo, sino por el contrario, tendida la vista a su alrededor, y alarmado con las emanaciones enfermizas de la soledad y del monólogo, que continuaban dándole relámpagos siniestros, vagaba en las tinieblas de mil inquietudes indefinidas asaltado por dudas abultadas sobre la inseguridad de su persona y de los destinos de la causa a que estaba entregado. Al día siguiente entraba otra vez en la acción incitado por la   febril necesidad de anonadar los obstáculos y los elementos contrarios que sus sueños le habían presentado con formas gigantescas y apremiantes. (…)
El doctor Moreno era una alma sin reposo moral, nos decía uno de los contemporáneos que más lo había tratado y querido; una alma fanática y ascética devorada por una actividad asombrosa. Con el mismo ardor con que se había entregado a las lucubraciones místicas de Tomás Kempis y a la disciplina de la penitencia, se dio después al misticismo social de Juan Jacobo Rousseau. Pero no era esto lo más sorprendente, sino que su espíritu bajaba a lo práctico, a lo indispensable en cada momento, con una claridad y con un oportunismo que le habría envidiado el más experto de los hombres de Estado.

Referencias:
1 Gaceta del 15 y del 25 de octubre de 1810.




Videos vistos en clase


El Iluminismo y la Revolución de Mayo


Plan Revolucionario de Operaciones


Películas Recomendadas



La revolución de Mayo



Moreno. Ernesto Ardito y Virna Molina. 2012.





Belgrano. Sebastián Pivotto. 2010.


Texto recomendado
  • La revolución es un sueño eterno. Andrés Rivera.



Ejercitación:
  1. Destaque los principales acontecimientos de la llamada Revolución de Mayo de 1810.
  2. Enuncie las tres tesis que aborda Norberto Galasso en sus textos "Revolución de Mayo" y “La Revolución de Mayo y Mariano Moreno” (El texto se encuentra en la parte de TEXTOS del blog).
  3. ¿Por qué Norberto Galasso cuestiona la idea de Revolución separatista y anti hispánica? (El texto se encuentra en la parte de TEXTOS del blog).
  4. ¿A qué se denomina con el nombre de "la máscara de Fernando VII"? 
  5. ¿Cómo caracteriza José Pablo Feinmann, a decir de Juan Bautista Alberdi, a la Revolución de Mayo, en el capítulo "Plan Revolucionario de Operaciones" del ciclo "Filosofía aquí y ahora"?
  6. ¿Cómo se estructura  el "Plan Revolucionario de Operaciones" de Mariano Moreno y explique en forma breve, de que se trata éste documento? (El texto se encuentra en la parte de TEXTOS del blog).
  7. Destaque los principales argumentos que expresa Mariano Moreno en el  "Decreto sobre supresión de honores al Presidente de la Junta y otros funcionarios públicos" (El texto se encuentra en la parte de TEXTOS del blog).

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 2do PARCIAL DE HISTORIA ARGENTINA 2024